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En la India, donde los hospitales públicos rechazan a los enfermos de sida y los envían a las instituciones religiosas, miles de pacientes mueren cada año por falta de unos medicamentos que existen, pero nunca les llegan.
Son los nuevos parias que nadie quiere tocar porque sólo reciben fondos estatales los centros médicos que pagan sobornos. En este gigantesco país de 1.100 millones de habitantes, una potencia emergente cuya economía crece al 9 por ciento cada año, el Gobierno central destina a la salud poco más de 3.720 millones de euros, lo que representa sólo el 1 por ciento del PIB.
Mientras tanto, y debido al ascenso de la clase media y al envejecimiento de la población, la pujante industria médica privada ya genera un boyante negocio de 54.000 millones de euros, que se doblará en 2017.
Aunque la sanidad es oficialmente gratuita, los pacientes deben sufragar de su propio bolsillo el 80 por ciento de los tratamientos. Bajo el umbral de la pobreza, cientos de millones de indios no tienen dinero para acceder a la sanidad privada.
Su única opción son los centros médicos religiosos, que sólo reciben fondos estatales si pagan comisiones a los corruptos funcionarios del Gobierno. Para los enfermos de sida, estigmatizados por la sociedad india de castas, el sobre bajo cuerda separa la vida de la muerte.
Fuente: http://www.abc.es/
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