“The Walking Dead” nos muestra un mundo devastado por un extraño virus que hace que la gente se transforme en zombi. Los seres humanos mutan en muertos vivos, deformados, que buscan alimentarse de las pocas personas que quedan. Si te muerden, te matan. Y, al poco tiempo, revives transformado en uno de ellos.
Ese es el panorama con el que se encuentra Rick Grimes (Andrew Lincoln), un policía que, después de sufrir un disparo, se despierta con el mundo que conoció destruido. Va a su casa y no encuentra ni a su mujer ni a su hijo. Lo único que le queda es sobrevivir. Y, para eso, deberá usar todas las armas que tiene a la mano: la única forma de acabar con lo zombis es dispararles en la cabeza sin la menor misericordia.
Digna heredera de cintas como “La noche de los muertos vivientes” y todas sus secuelas, de George Romero, “The Walking Dead” trae a los zombis a la televisión. Y lo hace trabajando el terror, pero también mezclando géneros como el policial y el western: la figura del sheriff que debe entrar al pueblo desconocido y explorarlo está muy presente, lo mismo que la sensación de calor y provincia que trae el sur estadounidense. En el primer capítulo, que veremos esta noche, la misión de Rick es llegar a Atlanta, donde en teoría hay un refugio de humanos. Un caballo y unas armas son lo único que lo acompañan. Los ecos del Viejo Oeste revividos en todo su esplendor. Pero con muertos vivos como los rivales, claro.
Fuente: El Comercio
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